Si No Tienen Pan Que Coman Pasteles?

‘Si no tienen pan que coman pasteles’. Este es uno de los insensibles comentarios que la leyenda le atribuye a la reina María Antonieta, esposa de Luis XVI. Cierto o apócrifo, la intención de quienes, como Jean Jaques Rousseau, propagaron esa especie, era hacer ver lo alejado que estaban los reyes franceses de las necesidades de sus súbditos.

¿Qué significa si no tienen pan que coman pasteles?

Cuenta la historia que María Antonieta, la última reina prerrevolucionaria de Francia, dijo ‘déjalos que coman pastel ‘ cuando se enfrentó a la noticia de que los campesinos parisinos eran tan inmensamente pobres que no podían pagarse siquiera una hogaza de pan.

¿Cuál fue la frase de María Antonieta?

«Pues que coman pasteles», o alguna variación similar, se ha convertido en la frase por excelencia que todos relacionamos con la Revolución francesa y una de las sentencias más célebres de la historia de la humanidad.

¿Cuál fue la última frase de María Antonieta?

María Antonieta sobrevivió cuatro años a la Revolución Francesa : no fue ejecutada de inmediato en 1789 cuando todo estalló, sino que sufrió un calvario de escondites y agravios. Su suerte terminó de cambiar definitivamente para mal cuando en enero de 1793, Luis XVI, el rey y su esposo , fue decapitado.

Desde allí, su existencia no pudo más que seguir la inercia del hundimiento. La revolución comenzó, entre muchos otros factores, como un estallido social en contra de la familia real. Era tal la opulencia de la corte y, a la vez, era tanta la hambruna y la pobreza que sufría el pueblo que desató un inevitable levantamiento armado.

La monarquía fue finalmente abolida en septiembre de 1792 y los miembros de la corona fueron encarcelados en la torre de Temple, una fortaleza medieval ubicada en París. Allí, María Antonieta pasó encerrada el último año de su vida en compañía de sus hijos hasta el traslado a la Conciergerie. María Antonieta fue condenada a la guillotina por traición La última morada de la viuda fue la cárcel conocida como la Conciergerie, una antigua fortaleza convertida en prisión de la República desde agosto de ese mismo año. María Antonieta la estrenó aunque nada tenía en común con sus viejos palacios. Era la prisionera número 280. Naturalmente, las condiciones distaban un abismo de sus abundantes épocas de reina ; la celda era oscura, húmeda y siniestra. Lo único que la separaba de los guardias que la vigilaban era una cortina primero y un biombo después. Ilustración de María Antonieta recluida en la Conciergerie El juicio duró dos días. Comenzó con una sesión de 15 horas el 14 de octubre y otra de 24 horas entre el 15 y el 16. Después de pasar diez semanas en la Conciergerie, el encarcelamiento de la reina llegó a su fin. El veredicto del jurado fue tajante. Eran las 4. 30 de la mañana cuando oyó su sentencia: muerte por guillotina.

  • De acuerdo con lo que cuenta la biografía María Antonieta, la última reina , de Antonia Fraser , una historiadora irlandesa en cuyo libro se basó la película María Antonieta dirigida por Sofía Coppola , se distrajo leyendo Los viajes del Capitán Cook en un volumen prestado por un carcelero;

María Antonieta lucía demacrada pero digna: ” A sus 37 años aparenta 60 y su salud está severamente deteriorada como consecuencia de las hemorragias que sufre”, describe el libro Reinas malditas de Cristina Morató , una periodista y escritora española reconocida por sus biografías.

  1. Así y todo, se mostró serena cuando se pronunció la condena a la pena capital;
  2. Inculpada por traición, se la acusó de conspirar contra Francia , de dedicarse solo a satisfacer sus insolentes caprichos en fiestas, lujos y confort, de quebrar al país y de supuestamente haber mantenido una relación incestuosa con su hijo Luis Carlos;

Respecto de esta última acusación, durante el juicio, el niño acusó falsamente a su madre y a su tía, Madame Isabel, de haberlo obligado a participar en juegos sexuales. Cuentan que frente a este hecho, María Antonieta, furiosa, suplicó a las mujeres presentes en el lugar que la defendieran y exclamó: “La naturaleza rechaza semejante acusación hecha a una madre. El edificio de la Conciergerie en París Luego de leída la sentencia, impasible en su actitud, tomó la palabra y dijo: ” Yo era una reina y tú me quitaste mi corona. Mataste a mi esposo y me has privado de mis hijos. Solo me queda mi sangre: tómala, pero no me hagas sufrir más tiempo “. La condena se cumplió unas horas después. No le permitieron despedirse de sus hijos ni de nadie. María Antonieta se encaminó hacia su muerte enferma y en soledad.

¡Apelo a todas las madres de esta sala!”. En sus últimas horas, le escribió una carta a su cuñada, Madame Isabel: “Me acaban de condenar, no a una muerte honrosa, que solo lo es tal para los criminales, sino a que me reúna con vuestro hermano, el rey.

Al igual que él, soy inocente, y espero poder mostrar la misma firmeza que él en los últimos instantes. Me siento tranquila como cuando la conciencia nada puede reprochar. Me embarga un profundo pesar por tener que abandonar a mis pobre criaturas “. La carta fue interceptada y nunca llegó a destino.

  • En cambio, fue entregada a Robespierre y estuvo desaparecida hasta 1816, cuando salió a la luz con motivo de la restauración borbónica en Francia con Luis XVIII;
  • Antes de cumplir con el veredicto final, a María Antonieta le cortaron el pelo;

Cuentan que su verdugo, Henri Sanson , hijo de quien había ejecutado a su esposo, se guardó algunos mechones. Una vez preparada con un vestido blanco –que era el color tradicional de las reinas viudas en Francia-, fue trasladada en un carro junto con el encargado de accionar la guillotina y acompañada también por un sacerdote designado por el Tribunal Revolucionario. Fue la reina más odiada por el pueblo María Antonieta recorrió lentamente y por última vez las calles de París con las manos atadas a la espalda y rodeada de un ejército de 30 mil soldados que formaron una barrera a lo largo del camino que la separaba de la plaza de la Revolución (actual plaza de la Concorde). Un mar ondulante de gente la esperaba allí. Nadie quería perderse el espectáculo de la muerte de la reina más odiada por el pueblo. Era el mediodía y la plaza hervía en un otoño naciente. Con el recuerdo de la vida liviana y amable que había llevado en otros tiempos, María Antonieta bajó del carro con la frente en alto y la convicción, tal como le había escrito a su cuñada, de que iba a encontrarse con su esposo.

La reina no quiso confesarse porque no le permitieron elegir a un cura de su confianza. Unos 10 mil curiosos contemplaron cómo la reina pisó, sin querer, a su verdugo y pronunció las que serían sus últimas palabras: “Señor, le pido perdón, no lo hice a propósito”.

A diferencia de Luis XVI, no pronunció ningún discurso antes de morir. A las 12 y cuarto, la guillotina cortó la cabeza de la reina de una sola vez. El verdugo la levantó para mostrarla a la multitud hambrienta de sangre que gritó: “¡Viva la República!”.

¿Qué significa la frase pues que coman pasteles?

Carlos Rodríguez Braun desmiente en Más de uno la frase más famosa de María Antonieta, “si no tienen pan, que coman pasteles” , dirigiéndose a los pobres, pero al parecer nunca llegó a decirlo. – ondacero. es Madrid | 25. 11. 2019 11:13 Explica que esta creencia viene porque María Antonieta fue objeto de particular aversión, “l a odiaron a esa mujer, una niña extranjera de 14 años que fue casada por un pacto político con el delfín, el futuro Luis XVI” , comenta.

Aunque recuerda que sí es cierto que se metió en intrigas cortesanas, pero lo que más dañó su reputación, el famoso “asunto del collar”, fue una estafa en la que se vio envuelta sin tener nada que ver.

Supuestamente, María Antonieta preguntó a sus damas de compañía qué reclamaba el pueblo y, al responderle que no tenían pan para comer, ella habría dicho: «Qu’ils mangent de la brioche» , traducido general e inexactamente como «que coman pasteles», cuando brioche no es un pastel sino un bollo dulce, un pastel suizo.

  • Por obvias razones, quedó como ejemplo de insensibilidad;
  • Pero no hay ninguna prueba de que pronunciara esas palabras, mientras que sí la hay de que cuando hubo hambre en la llamada Guerra de las Harinas en 1775, María Antonieta fue muy sensible a la situación, como lo revelan sus cartas, que se conservan;

La frase ha sido atribuida a otros aristócratas, siempre para subrayar su crueldad. Aunque nadie fue más cruel que los asesinos de María Antonieta , que en su caso, como en miles de otros, la condenaron a muerte basándose en burdas mentiras. Además, la demonización de los nobles era crucial para la Revolución Francesa y todas las revoluciones La clave es envilecer a una minoría para justificar su muerte y para ocultar el resto de los crímenes : decenas de miles de franceses fueron guillotinados, en su mayoría trabajadores.

¿Qué frase dijo María Antonieta antes de morir?

Ejecución [ editar ] – Alrededor del mediodía, la carreta llegó a la plaza de la Revolución (actual plaza de la Concordia ). María Antonieta descendió rápidamente, sin necesidad de apoyo, con las manos atadas. Subió la escalera que conducía a la plataforma donde se hallaba la guillotina de la misma manera, perdiendo uno de sus zapatos (el cual se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de Caen).

  1. Se afirma que pisó el pie del verdugo con el otro zapato y que sus últimas palabras fueron: “señor, le pido perdón, no lo hice a propósito”;
  2. María Antonieta, al contrario que Luis XVI, no se dirigió al público para dar un discurso antes de ser ejecutada;

Los ayudantes del verdugo la colocaron sobre la plancha de madera de la guillotina. A continuación le fue colocado un cepo con forma de media luna para mantener fija la cabeza, siendo ejecutada inmediatamente después, a las 12:15 horas. Henri Sanson cogió la cabeza de María Antonieta por el cabello y la mostró al público gritando “¡viva la República!”.

  • La multitud, al igual que en la ejecución de Luis XVI, permaneció en silencio, dispersándose rápidamente;
  • Su cuerpo fue bajado del cadalso y transportado al cementerio de la Magdalena con la cabeza entre las piernas;

Una vez allí, sus restos fueron arrojados a una fosa común, donde también se hallaban los restos de Luis XVI, siendo cubiertos a continuación con cal viva. Previamente, Madame Tussaud realizó una máscara mortuoria de María Antonieta.

¿Cuál es la frase que pronuncio la reina de Versalles?

No es algo exclusivamente actual pero, ciertamente, la capacidad de difusión de las nuevas tecnologías y más en concreto de las redes sociales ha servido para extender ciertas citas históricas que en realidad no se pronunciaron jamás. Al menos de forma comprobable.

  1. Internet rebosa frases célebres cuya atribución es errónea y eso cuando no salieron simplemente de la imaginación o del error de algún usuario;
  2. Algunas son tan famosas que parece increíble que carezcan de autenticidad, en parte porque suelen ser verdaderamente ingeniosas;

Pero, insisto, no es nuevo y uno de los ejemplos más obvios es el de la famosa frase «Que coman pasteles» atribuida a María Antonieta. Si hay un personaje vilipendiado sin piedad en su tiempo fue María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia.

En su persona se concentró todo el odio acumulado por el pueblo durante años y años de opresión, seguramente debido a que sumaba su condición de extranjera (y encima austríaca, enemigos seculares) a la de soberana.

Apenas tenía catorce años cuando se la entregó como esposa al Delfín de Francia, el futuro Luis XVI (que sólo era unos meses mayor), en un pacto de estado. Es decir, en 1770 llega a París una adolescente con la mentalidad propia de su edad y una deficiente educación que se verá ahogada por la agobiante etiqueta de la corte y caerá involuntariamente en las intrigas y manipulaciones políticas de las diversas facciones cortesanas.

En 1774 los jóvenes esposos suben al trono ; tan jóvenes, de hecho, que no consumaron el matrimonio hasta 1777, año en que empiezan a circular versos críticos contra la reina por haberse rodeado de un círculo de favoritos que desata la envidia de los que no forman parte de él.

María Antonieta se refugia del aburrimiento de su cargo organizando fiestas suntuosas y salidas al campo pero su influenciabilidad la lleva a intentar intervenir en la política, ganándose nuevas animadversiones y provocando que su imagen se deteriore a pasos agigantados.

Llueven sobre ella todo tipo de acusaciones , desde relaciones lésbicas e incestuosas a conspiración en favor de su país natal, pasando por una vida disoluta de juerga y despilfarro; el famoso Escándalo del Collar le dará la puntilla definitiva a su menguante reputación y encima cargando ella con la culpa, a pesar de que en realidad sólo será una víctima más.

En ese contexto, agravado por la indiferencia de la clase privilegiada ante la miseria popular, en 1778 se produjo una crisis de subsistencias puntual. Faltaba harina para fabricar el pan , alimento básico de la dieta del pueblo llano -hasta el punto de que se le destinaba la mitad del salario-, y ésta se congregó ante el palacio reclamando soluciones. Un brioche/Foto: Rainer Zenz en Wikimedia Commons Fue entonces cuando, presuntamente, María Antonieta preguntó a sus damas de compañía qué reclamaban y, al responderle que no tenían pan para comer, ella dijo la famosa frase: «Qu’ils mangent de la brioche» , traducido general e inexactamente como «que coman pasteles» (el brioche no es un pastel sino un bollo dulce). Una expresión que quedó como ejemplo de su frivolidad e insensibilidad ante el sufrimiento de sus súbditos o, más aún, de su existencia en un mundo casi virtual, abismalmente alejado de la realidad del pueblo. Algún autor incluso denomina hoy Síndrome de María Antonieta a la vida de las élites que permanecen en esa situación.

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El problema es que no sólo no hay prueba alguna de que pronunciara esas palabras sino que cuando una verdadera hambruna había asolado la mitad norte del país en 1775 (lo que se llamó la Guerre des Farines ), la correspondencia que se conserva de la reina revela una actitud muy diferente hacia el padecimiento de su pueblo.

En contra de lo vulgarmente creído, parece que no era en absoluto insensible a la situación (gastaba auténticas fortunas en obras de caridad, lo que le hizo ganarse el apodo de Madame Déficit ) y sus insuficiencias formativas las había ido paliando desde su llegada a Francia.

  • No hay que caer en una leyenda rosa, por supuesto, pues se trataba de un personaje perteneciente a un estamento cuyo nivel de vida estaba muy irresponsablemente por encima del de la mayoría, pero tampoco era el monstruo degenerado que se presentó en su juicio;

Jean Jacques Rousseau reseña la famosa cita en sus Confesiones pero atribuyéndosela a «una gran princesa» , sin concretar nombres, inspirándose al parecer en una antigua leyenda que ponía palabras similares en boca de la española María Teresa de Austria , consorte de Luis XIV, tal como el propio Luis XVIII corroboraría más tarde en sus memorias.

Dicha leyenda tenía una versión alternativa, la que identificaba como autora de la cita a la también española Ana de Austria , madre del Rey Sol (de hecho, habría otras dos opciones que acusaban a las hijas de Luis XV, Sophie y Victoire), en todos los casos con una ligera variante: diciendo «S’il ait aucun pain, donnez-leur la croûte au lieu du pâté» , es decir, «Si no tienen pan, dadles el hojaldre en vez del paté».

Además, Rousseau publicó su libro en 1769 y María Antonieta no llegó a París hasta 1770, lo que indica claramente que no podía ser ella la gran princesa que mencionaba. Si se exceptúan los libelos y comedias bufas que circularon sobre la reina a raíz de su progresivo descrédito, muy especialmente desde que se desató la Revolución y ella y su marido fueron interceptados dos veces, la primera intentando dejar Versalles en su berlina y la segunda París, la primera referencia documental a la frase de marras poniéndola en su boca no aparece hasta 1848 , en la obra Les Guêpes de Alphonse Karr.

  • Después se da por bueno el bulo y empieza a hacerse común, pese a que en 1853 Alejandro Dumas -todo un superventas de la época- tampoco la pone saliendo de los labios de la reina sino de los de la duquesa de Polignac, una de sus damas;

A partir de ahí, se generalizó la atribución centrada en María Antonieta, cuya personalidad resultaba mucho más atractiva, obviamente. Y es que a veces es imposible luchar contra las habladurías, sobre todo si se trata de una frase tan involuntariamente chusca y genial como ésta.

¿Quién dijo que coman pastel?

Atribución [ editar ] – La frase, atribuida a María Antonieta, fue supuestamente dicha por ella durante uno de los periodos de hambruna que asolaron Francia durante el reinado de su esposo, el rey Luis XVI. Tras ser advertida de que el pueblo estaba sufriendo como consecuencia de la amplia escasez de pan, la reina, al parecer, habría dicho: «que coman brioche».

[ 5 ] ​ A pesar de que dicha anécdota nunca fue citada por ningún oponente a la monarquía durante la Revolución francesa , terminó adquiriendo una gran importancia simbólica en historias posteriores cuando los historiadores partidarios de la Revolución trataron de buscar la forma de demostrar la falta de consideración y el egoísmo de las clases altas en Francia en aquella época.

Tal y como menciona un biógrafo de la reina, esta frase fue particularmente útil debido a que «el alimento básico del campesinado francés y la clase trabajadora era el pan, absorbiendo el 50 por ciento de sus ingresos, en comparación con el 5 por ciento del combustible; todo el asunto del pan fue, por tanto, el resultado de un interés nacional obsesivo».

  1. [ 6 ] ​ La frase fue atribuida por primera vez a la reina por Alphonse Karr en una edición de su revista satírica mensual Les Guêpes (marzo de 1843);
  2. Sin embargo, no hay evidencias de que María Antonieta dijese tal frase;

La mayor parte de las objeciones a esta leyenda se centran en la personalidad de María Antonieta, pruebas internas de la familia real y la fecha en que dicha frase fue supuestamente pronunciada. En su biografía sobre María Antonieta, Antonia Fraser afirma lo siguiente: [ 7 ] ​ «Que coman pasteles» fue dicho 100 años antes que ella por María Teresa , la esposa de Luis XIV.

Fue una declaración cruel e ignorante y ella, María Antonieta, no lo era. La atribución carece, además, de credibilidad. Fraser cita como justificación para la atribución alternativa a la esposa de Luis XIV las memorias de Luis XVIII , quien tenía alrededor de catorce años cuando la obra de Rousseau fue escrita y cuyas propias memorias fueron publicadas con posterioridad.

No menciona en ningún momento a María Antonieta, aunque sí afirma que la frase constituía una vieja leyenda, declarando que en la familia siempre se había creído que la frase había sido dicha por la princesa española que contrajo matrimonio con Luis XIV en la década de 1660.

Fraser señala, además, que María Antonieta era una mujer generosa y caritativa a quien le conmovía la situación de los pobres, por lo que dicha frase no concordaría con su personalidad, siendo poco probable que la hubiese pronunciado realmente.

Un segundo argumento en contra de la veracidad de dicha anécdota es el hecho de que no se produjeron periodos de hambruna durante el reinado de Luis XVI, existiendo sólo dos incidentes en relación a la escasez de pan. El primero de ellos ocurrió entre los meses de abril y mayo de 1775, unas pocas semanas antes de la coronación del rey, la cual tuvo lugar el 11 de junio.

El segundo tuvo lugar en 1788, un año antes del estallido de la Revolución. El periodo de escasez de 1775 condujo a una serie de revueltas, conocidas como la guerra de las harinas , las cuales tuvieron lugar en zonas del norte, este y oeste del país.

Cartas escritas por María Antonieta a su familia revelan una actitud totalmente opuesta a la mentalidad de la frase atribuida a ella: [ 8 ] ​ Al ver a las personas que nos tratan tan bien a pesar de su propia desgracia, estamos más obligados que nunca a trabajar duro por su felicidad.

  1. El rey parece entender esta verdad;
  2. Existe otro problema que hace inverosímil la atribución a la reina de dicha frase;
  3. María Antonieta no sólo era demasiado joven, sino que se hallaba fuera del país en el momento en que Rousseau escribió dicha anécdota en su obra;

A pesar de que fue publicada en 1782, Confesiones fue terminada en 1769, cuando María Antonieta tenía entre trece y catorce años, hallándose además en Austria, pues no llegó a territorio francés hasta 1770. Rousseau no la conocía cuando escribió su obra, por lo que ella no puede ser la «gran princesa» que menciona en su libro.

[ 9 ] ​ Respecto a la atribución de la frase a María Antonieta, es preciso destacar la creciente impopularidad de la reina en los años previos al estallido de la Revolución. Durante su matrimonio con Luis XVI, la reina fue percibida como una mujer frívola y extravagante, siendo citada incluso como uno de los factores que provocaron la crisis financiera del país.

[ 10 ] ​ Su sexo y su origen austriaco fueron factores determinantes en un país donde la xenofobia y el chauvinismo empezaban a ganar protagonismo en la política nacional. De hecho, muchos antimonárquicos estaban convencidos de que María Antonieta era la única responsable de la ruina económica de Francia, llegando a ser apodada «Madame Déficit».

  1. [ 11 ] ​ Sumado a lo anterior, los antimonárquicos libelistas publicaron panfletos y artículos atacando directamente a la familia real y a los miembros de la corte mediante la exageración de hechos verídicos, el relato de acontecimientos ficticios y la amplia difusión de mentiras y calumnias;

Existía, además, un profundo sentimiento de ira e insatisfacción con respecto al rey y a la reina, por lo que resulta plausible que una persona anónima inventase dicho acontecimiento con el fin de desprestigiar a la monarquía. Otra hipótesis sostiene que tras la Revolución, la frase fue atribuida a varias princesas de la familia real francesa, centrándose la leyenda en la figura de María Antonieta por ser la última «gran princesa» de Versalles.

¿Qué dijo Luis 16 antes de morir?

El 21 de enero el ciudadano Luis fue trasladado en un carruaje verde tirado por un caballo desde la prisión del Temple hasta la plaza de la Concordia, donde le esperaba la guillotina – 21/01/2017 Actualizado a las 17:34h. Las últimas palabras del Rey Luis XVI han emanado en litros de literatura. Son muchas las leyendas que han puesto en su boca citas falsas como la de «¡Estoy perdido!». No hubo luz sobre lo que realmente dijo hasta que fue redescubierta hace una década una carta de su verdugo, Charles Henri Sanson , fechada en París el 20 de febrero de 1793 con toda clase de detalles sobre la muerte del Monarca.

«¡Pueblo, muero inocente!», afirmó el soberano antes de que la guillotina cayera sobre él. Tal día como hoy de 1793, Luis XVI fue ejecutado por orden de la Convención Nacional. Tras huir del Palacio de las Tullerías , asaltada por la masa radical, la suerte del monarca quedó sellada en 1792 cuando se acogió a la protección de la Asamblea Legislativa.

Sus repetidos intentos de fuga y peticiones de ayuda a potencias extranjeras le habían situado como un hombre impopular incluso entre quienes pretendían una monarquía constitucional. En manos de una asamblea cada vez más radicalizada, el monarca fue suspendido de sus funciones constitucionales y se le remitió a un tribunal extraordinario para que juzgase sus crímenes.

  • El Rey, la Reina y sus hijos fueron encarcelados en la Torre del Temple , si bien contaron con ciertos lujos y concesiones;
  • Mientras Luis XVI esperaba conocer su suerte, que todos pensaban ya que sería la ejecución; se produjo una purga administrativa más profunda que la que se había emprendido en 1789 (el inicio de la revolución) en la administración central y provincial, buscando a los últimos monárquicos infiltrados;

El 17 de agosto de 1792 el general Lafayette hizo un último intento por liberar a la familia real pero al verse sin aliados optó por huir a las líneas austriacas. Los Borbones tenían en las fuerzas prusianas y austriacas que avanzaban hacia el corazón de Francia su última esperanza.

¿Qué cosas buenas hizo María Antonieta?

(Viena, 1755 – París, 1793) Reina de Francia. Hija de los emperadores de Austria, Francisco I y María Teresa, contrajo matrimonio en 1770 con el delfín de Francia, Luis, que subió al trono en 1774 con el nombre de Luis XVI. Mujer frívola y voluble, de gustos caros y rodeada de una camarilla intrigante, pronto se ganó fama de reaccionaria y despilfarradora. María Antonieta, reina de Francia Pero quizá lo que más se recuerda de María Antonieta es su dramático final: detenida junto con el rey y otros nobles cuando trataban de huir de París, fue juzgada por el Tribunal Revolucionario y condenada a morir en la guillotina. A las diez y media de la mañana del día 16 de octubre de 1793, el pintor David, cómodamente instalado en la terraza del café La Régence, en la parisina calle de Saint-Honoré, realizó un apunte del natural de la reina María Antonieta camino del patíbulo.

  1. Ejerció una fuerte influencia política sobre su marido (al que nunca amó), ignoró la miseria del pueblo y, con su conducta licenciosa, contribuyó al descrédito de la monarquía en los años anteriores a la Revolución Francesa;

La llevaban sentada en una carreta e iba a ser ejecutada en la guillotina tras más de un año de calvario. El dibujo presenta a la reina como un fantoche patético tocado con una ridícula cofia de fámula bajo la cual asoman unos mechones de pelo lacio. En sus labios, crispados por la agonía, se muestra aún un orgullo que parece desafiar a la plebe.

  • Es un apunte cruel, en el que el artista quiso desposeer a su víctima de todo residuo de esplendor o hermosura, mostrando en ella la fiera cautiva que ya no podría ejercer más sus perversidades;
  • Para la multitud que la contempló ese día, María Antonieta era la encarnación del Mal; para muchos otros fue una reina mártir y un símbolo de la majestad y la entereza;

Aquel despojo que David vio pasar rumbo al cadalso había sido, sin duda, una de las reinas más bellas que tuvo Europa y la más primorosa joya de Francia. Biografía Desde su nacimiento en 1755, María Antonieta Josefa Ana de Austria, más conocida como María Antonieta de Austria, había vivido sumergida en la suntuosidad de la corte vienesa, rodeada de atenciones y ternura.

Su padre, el emperador Francisco I de Austria , la adoraba. La emperatriz María Teresa de Austria , como el país entero, estaba embelesada con su hija y no podía negarle ningún capricho. Sus dos diversiones preferidas eran jugar con sus numerosos hermanos por los jardines del palacio de Schoenbrunn y esconderse de sus maestros.

El compositor Christoph Willibald Gluck apenas consiguió hacer de ella una ejecutante mediocre de clavecín, y sus profesores de idiomas sólo lograron que hablara francés bastante mal y que se expresara en alemán correctamente, pero nunca pudieron enseñarle ortografía, porque la princesa se ponía triste y los desarmaba con encantadores mohínes.

A los 12 años supo que iba a ser reina de Francia. Su madre se dispuso a hacer de ella una perfecta princesa parisina y le asignó dos expertos que se ocuparan a fondo de la futura cabeza real: un preceptor eclesiástico y un ilustre peluquero.

El primero debía reforzar su fe y su francés; al segundo se le encomendó la no menos delicada misión de edificar en la cabellera de la infanta una versallesca torre dorada llena de bucles. Una semana después, ambos se confesaron derrotados. El preceptor aseguraba que María Antonieta poseía un cerebro ingenioso y despierto, pero rebelde a toda instrucción; el peluquero no podía culminar su obra debido a la frente demasiado alta y abombada de la joven. María Antonieta de Austria a los trece o catorce años, tocando el clavecín (óleo de Franz Xaver Wagenschön) A los 14 años, cuando se casó con el duque de Berry, entonces Delfín y futuro rey Luis XVI, María Antonieta era ya una deliciosa muchacha espléndidamente formada, con un exquisito rostro oval, un cutis de color entre el lirio y la rosa, unos ojos azules y vivos capaces de condenar a un santo, un cuello largo y esbelto y un caminar digno de una joven diosa. Para el gusto francés, sólo su boca, pequeña y dotada del desdeñoso labio inferior de los Habsburgo, resultaba desagradable. El escritor inglés Horace Walpole , que apreció sus encantos durante la celebración de una boda, escribió: “Sólo había ojos para María Antonieta.

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Cuando está de pie o sentada, es la estatua de la belleza; cuando se mueve, es la gracia en persona. Se dice que, cuando danza, no guarda la medida; sin duda, la medida se equivoca. ” El matrimonio con el futuro rey de Francia fue bendecido el 16 de mayo de 1770.

Hubo fastos, desfiles, grandiosas fiestas y solemnidades. Poco después, por la noche, no hubo nada. Al menos eso consignaría el Delfín en su diario en la mañana del día 17: “Rien. ” Una sola y enojosa palabra que seguirá escribiendo durante siete años, hasta que ella tenga el primero de sus cuatro hijos.

María Antonieta, vital y poco inclinada a la santidad, se aburría soberanamente con su esposo y pronto comenzó a salir de incógnito por la noche, oculta tras la máscara de terciopelo o el antifaz de satén, y a resarcirse con algo más que simples galanterías.

Reina de Francia En cuanto al Delfín, era robusto y bondadoso, pero también débil y no demasiado inteligente. Convertido en Luis XVI a los 20 años, María Antonieta escribirá a su madre: “¿Qué va a ser de nosotros? Mi esposo y yo estamos espantados de ser reyes tan jóvenes.

  • Madre del alma, ¡aconseja a tus desgraciados niños en esta hora fatídica!”;
  • María Antonieta pronto se convirtió en símbolo escandaloso de la más licenciosa corte de Europa;
  • Trataba de agradar y de obrar con acierto, pero no lo conseguía;

Sus faltas, exageradas por la opinión pública y consideradas como ejemplo vivo del desenfreno de la corte, no fueron otras que su desprecio a la etiqueta francesa, sus extravagancias y la constante búsqueda de placeres en el fastuoso grupo del conde de Artois, así como sus caprichosas interferencias en los asuntos de Estado para encumbrar a sus favoritas.

Derrochadora, imprudente y burlona, la prensa clandestina comenzó a pintarla como un ser depravado y vendido a los intereses de la casa de Austria. La calumnia salpicaba su trono, siendo exagerada hasta el paroxismo por los libelos de la Revolución.

Según los panfletos, la lista de sus amantes era interminable y sus excesos dignos de una Mesalina. Pronto fue conocida entre el pueblo con el despectivo mote de “la austríaca”. Detalle de un retrato de María Antonieta (Jean-Baptiste Gautier Dagoty, 1775) En 1785, un nuevo escándalo atribuido a su codicia vino a deteriorar su ya más que vapuleada fama. Todo el asunto giró alrededor de la más rica joya de la época. El célebre collar, realizado por los mejores orfebres de París para madame Du Barry, favorita del rey Luis XV, era una pieza insuperable. Sus más de mil diamantes, rubíes y esmeraldas parecían haber sido forjados pacientemente por los dioses en las entrañas de la tierra con el único fin de recibir la caricia del oro en un lugar preciso de la joya.

Muerta la Du Barry antes de que se diera fin a la obra, la condesa de La Motte, aventurera que servía en la corte y pertenecía al círculo del tenebroso Conde Alessandro di Cagliostro , embaucó al cardenal Louis de Rohan, rico y disoluto cortesano caído en desgracia, haciéndole creer que María Antonieta deseaba obtener el magnífico collar y que, no disponiendo del dinero suficiente, estaba dispuesta a firmar un contrato de compra si él lo garantizaba.

El cardenal, deseoso de congraciarse con María Antonieta, se entrevistó con quien creía que era la reina, suplantada por una bella joven apellidada d’Oliva, accedió a su petición y el 1 de febrero de 1785 el collar fue trasladado a Versalles. Pero no llegó a manos de la reina, sino que por una sucesión de intrigas fue a parar a la condesa de La Motte, que desapareció de París con su marido y se dedicó a vender afanosamente las gemas por separado.

Una vez descubierta la estafa, la condesa aseguró ser favorita íntima de María Antonieta y esgrimió unas cartas comprometedoras de la reina falsificadas. María Antonieta fue acusada de intrigante y ambiciosa, y aunque el juicio demostró su inocencia, la campaña política orquestada para desprestigiarla tuvo éxito.

El cardenal de Rohan fue desterrado, la condesa de La Motte azotada públicamente y su esposo condenado a galeras, pero el castigo ejemplar no pudo borrar el nuevo baldón que había caído sobre la honorabilidad de la reina. La Revolución La caída de la monarquía se fraguó en pocos meses.

Ni Luis XVI ni María Antonieta comprendieron el carácter de los cambios que se avecinaban, provocando así su propia ruina. Ya no había posibilidades de reconciliación entre el pueblo y el rey. El intento de huida de los monarcas no hizo sino acentuar esta ruptura y patentizar que el país había dado la espalda a la corona.

El conde sueco Axel de Fersen, amante fidelísimo de María Antonieta, se encargó de preparar el plan de fuga con un grupo de selectos y secretos monárquicos. La familia real debía huir de París saliendo de las Tullerías durante la noche por una puerta falsa y dejando una proclama de acentos tradicionales dirigida al pueblo de París: “Volved a vuestro rey; él será siempre vuestro padre, vuestro mejor amigo.

  1. ” Sólo consiguieron llegar hasta Varennes, donde fueron reconocidos y detenidos;
  2. Cuando Luis XVI leyó el decreto que le obligaba a regresar, dijo: “Ya no hay rey en Francia”;
  3. La Asamblea Legislativa no tuvo más remedio que someterse a cabecillas revolucionarios como Robespierre y Danton;

No pudo evitar el asalto por las masas de la residencia real, arrebató los poderes al rey y permitió que fuese encarcelado en la torre del Temple. Después, para la realeza, no quedaba sino un trágico epílogo. María Antonieta es llevada al Tribunal Revolucionario María Antonieta acompañó a su esposo a la prisión haciendo gala de un valor que ennobleció su figura, rayana luego en el heroísmo al aceptar con patética serenidad la separación de sus hijos y la ejecución de su esposo en enero de 1793. Trasladada a la Conciergerie siete meses después y encerrada en una celda sin luz ni aire, sin abrigo, vigilada en todo momento por guardias muchas veces borrachos, sus nervios estuvieron a punto de quebrarse en vísperas del juicio. Pero resistió. Durante el proceso intentó defenderse con sus últimos restos de dignidad, contestó en términos que confundieron a sus crueles enemigos y, ante la acusación suprema de haber corrompido a sus hijos, guardó primero silencio y luego, dirigiéndose hacia el público, exclamó: “¡Apelo a todas las madres que se encuentran aquí!” Las deliberaciones del tribunal duraron tres días y tres noches, siendo por fin declarada culpable de alta traición como “viuda del Capeto”.

El 16 de octubre de 1793, a media mañana, sería exhibida en carreta por París ante los ojos de la multitud y de Jacques-Louis David , “el pintor de la Revolución”. Ninguna imagen más expresiva ni más elocuente del enorme cambio que se había operado en ella que su famoso dibujo: no hay parecido alguno entre aquella ruina humana que marcha al encuentro de su destino y la mujer que había sido, según apreciara Walpole, la elegancia personificada.

Luego subiría lentamente los peldaños del cadalso, redoblarían los tambores, caería la cuchilla y la cabeza ensangrentada, asida por los cabellos por uno de los verdugos, sería mostrada a la multitud vociferante. Cmo citar este artculo: Fernández, Tomás y Tamaro, Elena.

¿Cuál fue una de las principales causas de la revolucion francesa?

Características de la Revolución francesa – Antes de hablar de las causas y consecuencias de la Revolución, conviene conocer algunas de las características que la definieron:

  • Fue muy sangrienta, se quemaron iglesias y castillos.
  • Estuvo provocada por una multitud de factores: políticos, económicos, morales, religiosos…
  • Puso fin al Antiguo Régimen.
  • Sentó las bases de la Declaración de los Derechos humanos.
  • El Feudalismo llegó a su fin y la burguesía comenzó a ganar relevancia.

¿Quién fue María Antonieta la reina odiada?

En agosto de 1785, María Antonieta tenía 30 años y llevaba once como reina de un país que hacía tiempo no la quería. Desde su llegada a Versalles, con apenas catorce años, todo parecía conspirar contra ella. El matrimonio con el delfín de Francia —en el que su madre, la emperatriz María Teresa de Austria, había puesto todo su empeño— aspiraba a reforzar el difícil entendimiento entre dos países tradicionalmente enemigos; la empresa, sin embargo, se anunciaba llena de obstáculos.

«Si el pueblo tiene hambre y no tiene pan, que coma brioches», María Antonieta. El acuerdo, en su día impulsado por la marquesa de Pompadour, pronto reveló ser poco ventajoso para Francia, y en muchos —sin excluir a varios miembros de la familia real— suscitó un gran descontento.

A la jovencísima delfina —en absoluto preparada para la tarea que le aguardaba y perdida entre una corte dividida en múltiples facciones rivales— le faltó enseguida el apoyo del duque de Choiseul 1 , el poderoso ministro de Asuntos Exteriores, que había llevado a buen término las negociaciones de su matrimonio y que cayó en desgracia muy poco después de su llegada. Vía Monarquías Y si encontraba un poco de afecto en las tías de su marido —las cuales, a cambio, la utilizaban en su privadísima guerra contra la condesa du Barry, amante oficial de Luis XV —, desde luego no eran ningún consuelo para ella las cartas imperiosas que su madre le enviaba mensualmente 2.

¿Qué reina murio en la guillotina en 1775?

Abucheada e insultada – La mañana del 16 de octubre de 1793 todo París se halla en las calles, en los balcones y en los tejados. María Antonieta, abucheada e insultada, se dirige al cadalso con las manos atadas a la espalda, condenada a morir en la guillotina, a los 37 años de edad, y casi nueve meses después de la ejecución de su marido, el rey Luis XVI. Cae la cabeza de la reina y el verdugo la muestra a la muchedumbre que abarrota la plaza de la Revolución -la actual plaza de la Concordia, donde nace la avenida de los Campos Elíseos- y que grita con furia: ¡Viva la República! .

¿Quién dice que coman pasteles?

Atribución [ editar ] – La frase, atribuida a María Antonieta, fue supuestamente dicha por ella durante uno de los periodos de hambruna que asolaron Francia durante el reinado de su esposo, el rey Luis XVI. Tras ser advertida de que el pueblo estaba sufriendo como consecuencia de la amplia escasez de pan, la reina, al parecer, habría dicho: «que coman brioche».

[ 5 ] ​ A pesar de que dicha anécdota nunca fue citada por ningún oponente a la monarquía durante la Revolución francesa , terminó adquiriendo una gran importancia simbólica en historias posteriores cuando los historiadores partidarios de la Revolución trataron de buscar la forma de demostrar la falta de consideración y el egoísmo de las clases altas en Francia en aquella época.

Tal y como menciona un biógrafo de la reina, esta frase fue particularmente útil debido a que «el alimento básico del campesinado francés y la clase trabajadora era el pan, absorbiendo el 50 por ciento de sus ingresos, en comparación con el 5 por ciento del combustible; todo el asunto del pan fue, por tanto, el resultado de un interés nacional obsesivo».

[ 6 ] ​ La frase fue atribuida por primera vez a la reina por Alphonse Karr en una edición de su revista satírica mensual Les Guêpes (marzo de 1843). Sin embargo, no hay evidencias de que María Antonieta dijese tal frase.

La mayor parte de las objeciones a esta leyenda se centran en la personalidad de María Antonieta, pruebas internas de la familia real y la fecha en que dicha frase fue supuestamente pronunciada. En su biografía sobre María Antonieta, Antonia Fraser afirma lo siguiente: [ 7 ] ​ «Que coman pasteles» fue dicho 100 años antes que ella por María Teresa , la esposa de Luis XIV.

Fue una declaración cruel e ignorante y ella, María Antonieta, no lo era. La atribución carece, además, de credibilidad. Fraser cita como justificación para la atribución alternativa a la esposa de Luis XIV las memorias de Luis XVIII , quien tenía alrededor de catorce años cuando la obra de Rousseau fue escrita y cuyas propias memorias fueron publicadas con posterioridad.

No menciona en ningún momento a María Antonieta, aunque sí afirma que la frase constituía una vieja leyenda, declarando que en la familia siempre se había creído que la frase había sido dicha por la princesa española que contrajo matrimonio con Luis XIV en la década de 1660.

  1. Fraser señala, además, que María Antonieta era una mujer generosa y caritativa a quien le conmovía la situación de los pobres, por lo que dicha frase no concordaría con su personalidad, siendo poco probable que la hubiese pronunciado realmente;

Un segundo argumento en contra de la veracidad de dicha anécdota es el hecho de que no se produjeron periodos de hambruna durante el reinado de Luis XVI, existiendo sólo dos incidentes en relación a la escasez de pan. El primero de ellos ocurrió entre los meses de abril y mayo de 1775, unas pocas semanas antes de la coronación del rey, la cual tuvo lugar el 11 de junio.

El segundo tuvo lugar en 1788, un año antes del estallido de la Revolución. El periodo de escasez de 1775 condujo a una serie de revueltas, conocidas como la guerra de las harinas , las cuales tuvieron lugar en zonas del norte, este y oeste del país.

Cartas escritas por María Antonieta a su familia revelan una actitud totalmente opuesta a la mentalidad de la frase atribuida a ella: [ 8 ] ​ Al ver a las personas que nos tratan tan bien a pesar de su propia desgracia, estamos más obligados que nunca a trabajar duro por su felicidad.

El rey parece entender esta verdad. Existe otro problema que hace inverosímil la atribución a la reina de dicha frase. María Antonieta no sólo era demasiado joven, sino que se hallaba fuera del país en el momento en que Rousseau escribió dicha anécdota en su obra.

A pesar de que fue publicada en 1782, Confesiones fue terminada en 1769, cuando María Antonieta tenía entre trece y catorce años, hallándose además en Austria, pues no llegó a territorio francés hasta 1770. Rousseau no la conocía cuando escribió su obra, por lo que ella no puede ser la «gran princesa» que menciona en su libro.

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[ 9 ] ​ Respecto a la atribución de la frase a María Antonieta, es preciso destacar la creciente impopularidad de la reina en los años previos al estallido de la Revolución. Durante su matrimonio con Luis XVI, la reina fue percibida como una mujer frívola y extravagante, siendo citada incluso como uno de los factores que provocaron la crisis financiera del país.

[ 10 ] ​ Su sexo y su origen austriaco fueron factores determinantes en un país donde la xenofobia y el chauvinismo empezaban a ganar protagonismo en la política nacional. De hecho, muchos antimonárquicos estaban convencidos de que María Antonieta era la única responsable de la ruina económica de Francia, llegando a ser apodada «Madame Déficit».

[ 11 ] ​ Sumado a lo anterior, los antimonárquicos libelistas publicaron panfletos y artículos atacando directamente a la familia real y a los miembros de la corte mediante la exageración de hechos verídicos, el relato de acontecimientos ficticios y la amplia difusión de mentiras y calumnias.

Existía, además, un profundo sentimiento de ira e insatisfacción con respecto al rey y a la reina, por lo que resulta plausible que una persona anónima inventase dicho acontecimiento con el fin de desprestigiar a la monarquía. Otra hipótesis sostiene que tras la Revolución, la frase fue atribuida a varias princesas de la familia real francesa, centrándose la leyenda en la figura de María Antonieta por ser la última «gran princesa» de Versalles.

¿Cuáles son los ejemplos de la frase Que coman pasteles?

No es algo exclusivamente actual pero, ciertamente, la capacidad de difusión de las nuevas tecnologías y más en concreto de las redes sociales ha servido para extender ciertas citas históricas que en realidad no se pronunciaron jamás. Al menos de forma comprobable.

  1. Internet rebosa frases célebres cuya atribución es errónea y eso cuando no salieron simplemente de la imaginación o del error de algún usuario;
  2. Algunas son tan famosas que parece increíble que carezcan de autenticidad, en parte porque suelen ser verdaderamente ingeniosas;

Pero, insisto, no es nuevo y uno de los ejemplos más obvios es el de la famosa frase «Que coman pasteles» atribuida a María Antonieta. Si hay un personaje vilipendiado sin piedad en su tiempo fue María Antonia Josefa Juana de Habsburgo-Lorena, archiduquesa de Austria y reina consorte de Francia.

En su persona se concentró todo el odio acumulado por el pueblo durante años y años de opresión, seguramente debido a que sumaba su condición de extranjera (y encima austríaca, enemigos seculares) a la de soberana.

Apenas tenía catorce años cuando se la entregó como esposa al Delfín de Francia, el futuro Luis XVI (que sólo era unos meses mayor), en un pacto de estado. Es decir, en 1770 llega a París una adolescente con la mentalidad propia de su edad y una deficiente educación que se verá ahogada por la agobiante etiqueta de la corte y caerá involuntariamente en las intrigas y manipulaciones políticas de las diversas facciones cortesanas.

  • En 1774 los jóvenes esposos suben al trono ; tan jóvenes, de hecho, que no consumaron el matrimonio hasta 1777, año en que empiezan a circular versos críticos contra la reina por haberse rodeado de un círculo de favoritos que desata la envidia de los que no forman parte de él;

María Antonieta se refugia del aburrimiento de su cargo organizando fiestas suntuosas y salidas al campo pero su influenciabilidad la lleva a intentar intervenir en la política, ganándose nuevas animadversiones y provocando que su imagen se deteriore a pasos agigantados.

  • Llueven sobre ella todo tipo de acusaciones , desde relaciones lésbicas e incestuosas a conspiración en favor de su país natal, pasando por una vida disoluta de juerga y despilfarro; el famoso Escándalo del Collar le dará la puntilla definitiva a su menguante reputación y encima cargando ella con la culpa, a pesar de que en realidad sólo será una víctima más;

En ese contexto, agravado por la indiferencia de la clase privilegiada ante la miseria popular, en 1778 se produjo una crisis de subsistencias puntual. Faltaba harina para fabricar el pan , alimento básico de la dieta del pueblo llano -hasta el punto de que se le destinaba la mitad del salario-, y ésta se congregó ante el palacio reclamando soluciones. Un brioche/Foto: Rainer Zenz en Wikimedia Commons Fue entonces cuando, presuntamente, María Antonieta preguntó a sus damas de compañía qué reclamaban y, al responderle que no tenían pan para comer, ella dijo la famosa frase: «Qu’ils mangent de la brioche» , traducido general e inexactamente como «que coman pasteles» (el brioche no es un pastel sino un bollo dulce). Una expresión que quedó como ejemplo de su frivolidad e insensibilidad ante el sufrimiento de sus súbditos o, más aún, de su existencia en un mundo casi virtual, abismalmente alejado de la realidad del pueblo. Algún autor incluso denomina hoy Síndrome de María Antonieta a la vida de las élites que permanecen en esa situación.

El problema es que no sólo no hay prueba alguna de que pronunciara esas palabras sino que cuando una verdadera hambruna había asolado la mitad norte del país en 1775 (lo que se llamó la Guerre des Farines ), la correspondencia que se conserva de la reina revela una actitud muy diferente hacia el padecimiento de su pueblo.

En contra de lo vulgarmente creído, parece que no era en absoluto insensible a la situación (gastaba auténticas fortunas en obras de caridad, lo que le hizo ganarse el apodo de Madame Déficit ) y sus insuficiencias formativas las había ido paliando desde su llegada a Francia.

No hay que caer en una leyenda rosa, por supuesto, pues se trataba de un personaje perteneciente a un estamento cuyo nivel de vida estaba muy irresponsablemente por encima del de la mayoría, pero tampoco era el monstruo degenerado que se presentó en su juicio.

Jean Jacques Rousseau reseña la famosa cita en sus Confesiones pero atribuyéndosela a «una gran princesa» , sin concretar nombres, inspirándose al parecer en una antigua leyenda que ponía palabras similares en boca de la española María Teresa de Austria , consorte de Luis XIV, tal como el propio Luis XVIII corroboraría más tarde en sus memorias.

Dicha leyenda tenía una versión alternativa, la que identificaba como autora de la cita a la también española Ana de Austria , madre del Rey Sol (de hecho, habría otras dos opciones que acusaban a las hijas de Luis XV, Sophie y Victoire), en todos los casos con una ligera variante: diciendo «S’il ait aucun pain, donnez-leur la croûte au lieu du pâté» , es decir, «Si no tienen pan, dadles el hojaldre en vez del paté».

Además, Rousseau publicó su libro en 1769 y María Antonieta no llegó a París hasta 1770, lo que indica claramente que no podía ser ella la gran princesa que mencionaba. Si se exceptúan los libelos y comedias bufas que circularon sobre la reina a raíz de su progresivo descrédito, muy especialmente desde que se desató la Revolución y ella y su marido fueron interceptados dos veces, la primera intentando dejar Versalles en su berlina y la segunda París, la primera referencia documental a la frase de marras poniéndola en su boca no aparece hasta 1848 , en la obra Les Guêpes de Alphonse Karr.

Después se da por bueno el bulo y empieza a hacerse común, pese a que en 1853 Alejandro Dumas -todo un superventas de la época- tampoco la pone saliendo de los labios de la reina sino de los de la duquesa de Polignac, una de sus damas.

A partir de ahí, se generalizó la atribución centrada en María Antonieta, cuya personalidad resultaba mucho más atractiva, obviamente. Y es que a veces es imposible luchar contra las habladurías, sobre todo si se trata de una frase tan involuntariamente chusca y genial como ésta.

¿Qué hacer si el pueblo no tiene pan?

Me pregunto qué pasaría por la cabeza de Maria Antonieta justo antes de perderla, aquel 16 de octubre de 1793. Unos instantes antes de que la cuchilla atravesara su cuello, mientras la que había sido Reina de Francia subía hacia el cadalso, había tropezado con un escalón y, volviéndose hacia el verdugo, dijo: “Disculpe, señor. No lo he hecho a propósito”. Esas fueron sus últimas palabras.

  • Como todos los tontos, Maria Antonieta tenía esos momentos de lucidez tan impropios de su estulticia que le hacen dudar a uno de si su proverbial estupidez era real o fingida;
  • Y por eso me pregunto, como se preguntaba toda Francia: ¿de verdad se puede ser tan tonta?, ¿cómo alguien tan idiota puede llegar a acumular en sus manos tanto poder? La respuesta, en realidad, es muy simple: los tontos se caracterizan por hacer lo que tienen que hacer sin preguntarse por las consecuencias, sin preguntarse si está bien o mal, sin medir sus actos ni sus palabras: los tontos no tienen conciencia;

Me pregunto también si Maria Antonieta, mientras echaba un último vistazo al público de su ejecución pensó que todo aquello era culpa de la chusma, de su mal gusto, de un pueblo tan depravado como el Marqués de Sade, tan arrogante como Voltaire y tan devoto de sí mismo como Robespierre.

  1. Dejar que ese pueblo se rija a sí mismo sería como dejar que los caballos decidieran por dónde tiene que ir un coche;
  2. Las cosas eran así de simples para Maria Antonieta;
  3. En una ocasión en que paseaba en su carruaje por París, disgustada por la visión de unas calles llenas de mendigos, vagabundos hambirientos y toda clase de vagos, sucios y malicientos, preguntó a su cochero por la causa de aquel lamentable espectáculo;

-El pueblo no tiene pan, señora- respondió el cochero, tratando de expresarlo con delicadeza. Y haciendo gala de su capacidad de síntesis, la reina ofreció una solución sencilla: -Si no tienen pan, que coman pasteles. ¡El pueblo siempre con sus frusilerías! Maria Antonieta sí que sabía qué debía hacerse en cada momento. Prueba de su savoir faire es que ella era reina y los demás no. ¿Qué más pruebas se necesitan para confiar en la capacidad de alguien que la medida de su éxito?, ¿acaso no la había legitimado la misma nación de Francia cuando su soberano, fascinado por su gracioso donaire, la había tomado por esposa?, ¿de qué se quejaban ahora?, ¿a qué tanto alboroto?, ¿era posible que a tanta gente no le gustasen los pasteles? Maria Antonieta no debió plantearse que su ingeniosa solución a los problemas de Francia no había funcionado porque era una boutade.

  1. A lo mejor, si los demás la hubieran tomado en serio, las cosas no habrían terminado tan mal;
  2. Habría bastado con poner los medios necesarios: el pueblo debería haberse sacrificado un poco;
  3. En vez de exigir tanto, tendrían que haber abierto pastelerías, ¡llenar Francia de pastelerías!, y el alimento habría fluido a raudales;

Pero en vez de eso, todos estaban muy ocupados intentando acaparar sus cuatro migajas de pan. Porque el pueblo nunca sabe lo que quiere: hay que decírselo, explicárselo poco a poco, como a un niño pequeño. Y claro, había sido el propio pueblo, que no veía las cosas con la claridad meridiana de Maria Antonieta, el que había provocado aquella situación.

¿Qué culpa tenía ella?, ¡precisamente ella, que comía pasteles cada día! El pueblo se quejaba de que pasaba hambre y frío. Me pregunto si Maria Antonieta pudo entender el dolor de aquel hambre en el filo de la cuchilla, aquel frío, al sentir el frío de la guillotina separando la cabeza de su cuerpo.

Dicen que la sangre sigue llevando oxígeno al cerebro durante unos instantes. ¿Qué pensó mientras su cabeza caía en el cesto?, ¿qué sintió?, ¿lástima?, ¿terror?, ¿pánico?, ¿dolor? El príncipe Luís XVII Es posible que pensara en la difícil y corta vida que tenía su hijo por delante en manos de aquella chusma, porque la chusma se parece más a los animales que a los hombres que la integran: la chusma hambrienta ataca, la chusma satisfecha duerme y ronronea, la chusma en celo es procaz, y a todas sus acciones las envuelve la lascivia insatisfecha. La chusma no es más que un animal doméstico, como los perros que protegen el palacio y a cambio reciben su ración diaria de alimento. Y a los perros lo mismo debería darles un pedazo de pan que un trozo de pastel. Pero a veces, y quizá éste fue el último pensamiento que cruzó por la mente de la antigua reina, el perro se vuelve contra la mano que le da de comer.

El hijo de Maria Antonieta, Luis XVII, fue encarcelado, torturado, humillado y confinado a una celda de aislamiento durante seis meses a pesar de sus tiernos diez años de edad. Se le puso un preceptor para inculcarle las ideas revolucionarias.

Sus métodos pedagógicos consistían en ponerle sombrero de sans culotte y obligarle luego a beber grandes cantidades de alcohol mientras le hacía cantar la Marsellesa. El joven Luis se desmayaba ante las constantes amenazas que recibía de ser llevado a la guillotina, le dijeron que sus padres seguían vivos, pero que no le amaban y no querían saber nada de él.

  1. Finalmente, murió a los once años con el cuerpo consumido por los tumores y la sarna;
  2. Como todos los tontos Maria Antonieta tuvo un último momento de lucidez antes de morir;
  3. Como todos los hombres, tuvo un instante para medir sus acciones, pensar si sus consecuencias habían sido buenas o malas, un instante para preguntarse si todo aquello valió la pena;

Y yo sigo preguntándome una y otra vez qué pasó por aquella cabeza justo antes de ser mostrada a la chusma, y si la explosión de júbilo que se produjo a continuación valió la pena.

¿Qué pasó con el pan en el pueblo llano?

Faltaba harina para fabricar el pan, alimento básico de la dieta del pueblo llano -hasta el punto de que se le destinaba la mitad del salario-, y ésta se congregó ante el palacio reclamando soluciones.